La presidenta del Colegio Médico Veterinario de Neuquén, Guadalupe Plumet Garrido, cuenta la experiencia de su reingreso a la FeVA, los proyectos del Colegio y los desafíos de la profesión.
Guadalupe Plumet Garrido, además de ser veterinaria, tiene una fuerte vocación por la construcción política. No lo dice, pero se nota en sus acciones y el impulso que le da al proceso de apertura del Colegio Médico Veterinario de Neuquén, institución que preside desde 2021.
Uno de los hitos de esa apertura es el regreso del Colegio neuquino a la Federación Veterinaria Argentina luego de ocho años.
La nueva comisión dirigida por Plumet Garrido entró en funciones en diciembre de 2021, luego de que Héctor Bergagna renunciara a la presidencia por problemas de salud. Desde allí surgió la iniciativa de reintegrarse a la FeVA, un proceso que Guadalupe Plumet Garrido cuenta en detalle en esta entrevista.
¿Cómo surgió la decisión de regresar a la Federación Veterinaria Argentina?
La nueva Comisión Directiva del Colegio, la cual presido actualmente, asumió el cargo en diciembre de 2021. Por motivos de salud el presidente anterior, Héctor Bergagna renunció a la presidencia y yo, que en aquel momento era su vice, me hice cargo de la gestión. Después hubo un cambio de autoridades, me propusieron seguir en el rol que había tomado y acepté.
Mi intención era revitalizar nuestra relación con otras instituciones, propiciar la interacción con otros Colegios, jerarquizar la profesión veterinaria y acercarnos a la comunidad. La oportunidad llegó con la invitación a participar del 1º Plenario 2022 de la FeVA, que se realizó en la ciudad de Choele Choel, en Río Negro.
Después de eso, decidimos presentar la solicitud para volver a la FeVA.
¿Cómo vivieron la experiencia del plenario?
La verdad es que fue muy enriquecedor tener acceso a las experiencias de otras provincias para ver qué problemas se repetían y cómo los trataron. Después de la pandemia surgieron muchas dudas y planteos entre los médicos veterinarios: “¿Somos trabajadores esenciales? ¿Por qué, entonces, no contamos con los mismos beneficios? ¿Qué podemos hacer al respecto?”. Al regresar a Neuquén se abrió un debate interno respecto a los beneficios y las responsabilidades que implicaría sumarse a la entidad federal. A partir de ese momento hubo consenso y entendimos que solos no llegamos a ningún lado, porque lo que afecta a una institución afecta a la otra. La decisión de reincorporarse fue unánime.
¿Tenían relación con otros Colegios?
Sí, el Colegio de Veterinarios de Neuquén siempre formó parte de COVEPA (Colegios Veterinarios Patagónicos), y por lo tanto nunca dejó de haber contacto con otras instituciones. Además, estamos tan cerca de Río Negro que muchos colegas trabajan en ambas provincias, tenemos las mismas normativas, hay relación entre nosotros. Pero de todas maneras queríamos tener una participación más activa, fortalecer la unión con otros profesionales, abrirnos a la sociedad.
¿Podrías contarme un poco más sobre el proceso de apertura?
Lo que estamos tratando de lograr es ser más representativos. En ese sentido, la idea de abrirnos también abarca tener representantes de todos los distritos de Neuquén, y también profesionales que trabajan en otras áreas que quizás no están tan visibilizadas, como tecnología de los alimentos o animales exóticos. Por otro lado, como queremos fortalecer nuestro lugar en la sociedad, tratamos de participar en todo lo que nos sea posible. Ya sea que nos llamen desde la Municipalidad, el Senasa o cualquier otra institución donde los veterinarios tenemos algo para aportar, nosotros vamos.
¿Cuál es la realidad de los veterinarios neuquinos?
El Colegio cuenta hoy con 360 matriculados. Entre ellos predomina la especialización en pequeños animales, pero de todas maneras, las características de la provincia precisan que uno sea capaz de hacer muchas cosas al mismo tiempo. En Neuquén las distancias son grandes y algunas localidades permanecen aisladas por la nieve durante meses, entonces sí o sí se requiere un enfoque polifacético del ejercicio de la veterinaria. Somos pocos profesionales para cubrir un territorio extenso, y tenemos que ser capaces de atender tanto a las mascotas como a los animales de producción. Estamos hablando de localidades donde no hay ningún veterinario estable y las personas que viven allí reciben, quizá, una o dos visitas al mes. Y hay que hacer que cada una cuente.
Por último, ¿podrías hablarnos de las problemáticas que están atravesando en este momento?
Considero que, a grandes rasgos, todos los profesionales de la medicina veterinaria estamos atravesando más o menos las mismas dificultades, entre las cuales destaco la venta no regulada de zooterápicos y el intrusismo. Ahora, en cualquier petshop o ferretería estamos viendo gente que vende pipetas o fármacos sin asesoramiento veterinario, sin ningún tipo de control. Eventualmente esto conduce a la proliferación de animales mal medicados, intoxicados y con resistencia a estos tratamientos que han sido llevados de manera incorrecta. Es algo muy grave, y necesita ser regulado urgentemente. En relación a esto, puedo decir que estamos tratando de rever y actualizar la legislación provincial, que data de 1987. Es, sin duda, un proceso arduo, porque en este período ha cambiado mucho la realidad, y las leyes deben contemplar las necesidades actuales. Se está hablando mucho de los animales sin criterio, y nosotros como profesionales tenemos que asesorar a la gente y dar un punto de vista técnico. En conclusión, lo más importante es fomentar la participación y el compromiso para que todas las voces estén representadas.