Argentina sigue debatiendo algo que en el resto del mundo se resolvió hace tiempo. La frase cabe para muchos aspectos que rigen el país y el uso masivo de la caravana electrónica, en el rodeo bovino, no es la excepción.
En busca de saldar esa deuda, a partir del 1 de julio entró en vigencia la Resolución N° 257/2017 del Senasa, por medio de la cual se simplifica y agiliza la identificación del ganado bovino, un mercado que asciende a 15 millones de unidades por año, si se tiene en cuenta los animales adultos.
Sin embargo, es apenas el primer paso hacia un proceso de normalización camino a igualar los estándares internacionales.
Para el empresario Daniel Lewin, gerente de CDS Group, fabricante de caravanas de capitales argentinos, la reciente resolución del Senasa representa apenas el primer paso de un proceso que se iniciará en 2018, de la mano de los feedlots.
“Aquellos sistemas de engorde a corral con más de 10.000 cabezas, de hecho, ya incorporaron este sistema y espero que se de un efecto derrame sobre el resto de la cadena a partir de una demanda hacia los productores de invernada para recibir el ganado con la identificación correspondiente”, analiza.
Una cuenta pendiente
“La primera iniciativa importante que tuvimos en materia de uso de la caravana electrónica fue con el Grupo Bermejo, de la familia Pereda Born, allá por 2008”, recuerda Lewin. CDS Group ahora tiene su propia planta donde fabrica caravanas convencionales y electrónicas en el país. “El año pasado, vendimos 80.000 electrónicas y esperamos cerrar el año con 150.000. Vamos duplicando las ventas cada año, pero el mercado potencial es de 15 millones”, advierte el empresario.
Entre las razones que explican la baja adopción de este sistema, Lewin sostiene que, los productores son muy conservadores y solo los feedloteros, más cerca de la industria, terminan comprendiendo que es una herramienta clave para gestionar bien; se trata de un instrumento de precisión.
“Todo lo que se mide se puede mejorar y eso no está pasando en la ganadería, donde aún se rige por un ‘masomenismo’ donde se termina gestionando mal”, analiza y agrega: “Partimos de la base de que hay campos de engorde en el país que no tienen nisiquiera una balanza”.
El desafío: terminar con las excusas
La última resolución impulsada por el Senasa tiene como principal objetivo la utilización -en los establecimientos situados en la zona libre de fiebre aftosa con vacunación- de una única caravana amarilla del tipo botón-botón obligatoria en la oreja derecha de cada animal, aplicada de modo tal que la numeración quede visible en la cara externa del pabellón auricular de la oreja derecha.
Para Lewin, con este sistema la lectura visual se torna compleja, de hecho, el Senasa confirma que sin el uso de la caravana electrónica no puede darse certeza sobre las cifras de rodeos identificados.
“Mientras en el mundo es uniforme, acá es un menú que genera agujeros en todos lados. Además, hay un doble estándar entre lo que se exporta a la Unión Europea y lo que se vuelca al mercado interno”, se lamenta el empresario.
En materia de números, el costo de una caravana tradicional ronda los $ 20, mientras que el del sistema electrónico alcanza los $ 45, pero para Lewin, de ser obligatorio, se podría reducir a solo $ 30. “Como industria, esperábamos que vayamos a una tarjeta más un botón”, cierra el gerente de CDS Group.